Pabellón para la exposición de Colonia, 1914
Pabellón de cristal, 1914. |
El arquitecto Bruno Taut llama a Paul Scheerbart (Danzig 1863 – Berlín 1915) el «único poeta de la arquitectura». Las utópicas fantasmagorías de Scheerbart, que escribió en maravillosa profusión a partir de 1893, plantearon cada vez más claramente la idea de una << arquitectura de cristal >>, el sueño arquitectónico de unos edificios claros, transparente como el cristal, flotantes y suspendidos que transformarían la vida y las formas de pensamiento de la «Vieja Europa». En 1914, el mismo año en que Bruno Taut, inspirado por Scheerbart, construye su << casa de cristal >> en la exposición del Werkbund en Colonia, Herwarth Walden publica en Sturm la «Arquitectura de cristal» de Scheerbart, dividida en 111 capítulos.
I. El medio ambiente y su influencia sobre el desarrollo de la cultura
Vivimos generalmente en espacios cerrados. Estos constituyen el medio ambiente en que se desarrolla nuestra cultura. Nuestra cultura es, en cierto modo, un producto de nuestra arquitectura. Si queremos aumentar nuestro nivel cultural, nos vemos obligados, nos guste o no, a transformar nuestra arquitectura. Y esto solo será posible si eliminamos el carácter de espacio cerrado de las habitaciones en que vivimos. Pero solo podemos conseguirlo con la arquitectura de cristal, que deja entrar en la habitación la luz del sol y de la luna y de las estrellas, no solo a través de un par de ventanas, sino a través de tantas paredes como sea posible, construidas de cristal, de cristales de colores. El nuevo ambiente creado así, debe aportarnos una nueva cultura.
XVIII. La belleza de la Tierra cuando la arquitectura de cristal se implante por doquier
La superficie de la Tierra se transformaría mucho si en todas partes se substituyera la arquitectura de ladrillo por la arquitectura de cristal.
Sería como si la Tierra se vistiera con diademas de brillantes y esmaltes.
Tanta belleza resulta inimaginable. Y entonces toda la Tierra presentaría una magnificencia mayor que la de los jardines de las Mil y Una Noches.
Entonces tendríamos un paraíso en la Tierra y no tendríamos que esperar con añoranza el paraíso del cielo.
XLI. Las posibilidades que permite desarrollar la construcción con hierro.
La construcción con hierro permite dar a las paredes la forma que se desee. La verticalidad de las paredes ya no es una necesidad.
Por ello, la construcción con hierro nos abre posibilidades ilimitadas.
Puede desplazarse la cúpula hacia los lados, de tal manera que sentados en una plataforma baste mirar lateralmente hacia arriba para percibir dicha cúpula.
Pero las superficies curvas también son de mucho efecto en la parte inferior de los muros –este efecto se obtiene fácilmente sobre todo en espacios reducidos.
Los espacios reducidos ya no se ven condicionados en absoluto por la verticalidad.
Con ello se reduce mucho la importancia de la planta en arquitectura; el perfil de la construcción adquiere más importancia que nunca.
LXII. Las terrazas
En los grandes edificios de cristal y en el caso de varios pisos, la disposición en terrazas se convierte en una necesidad, pues de lo contrario las superficies de vidrio no podrían llegar al aire libre que conduzca la luz al que están destinadas, pues en la penumbra sólo pueden cumplir su objetivo de noche, y no de día.
Por supuesto esta disposición en terrazas de los pisos eliminará pronto la monótona arquitectura frontal de los edificios de ladrillo.
LXXI. Construcciones transportables
También se puede realizar construcciones de cristal transportables. Son especialmente adecuadas para exposiciones.
Estas construcciones transportables no son de fácil realización. Pero no debe olvidarse que, en el caso de objetos nuevos, muchas veces se realiza primero lo más difícil.
CII. La transformación de la superficie terrestre
Esto siempre nos parece cosa de cuento de hadas, cuando en realidad no es nada fantástico ni utópico. Hace ochenta años apareció el ferrocarril de vapor y transformó de hecho, como nadie puede negar, toda la superficie de la Tierra.
Por tanto, de lo dicho hasta ahora se desprende que la superficie terrestre puede ser transformada -y precisamente gracias a la arquitectura del cristal. Cuando aparezca, «transformará» la superficie terrestre. A ello contribuirán, naturalmente, otros factores que no cabe tratar aquí.
El ferrocarril de vapor creó la cultura de la gran ciudad de ladrillo actual, que todos sufrimos. La arquitectura de cristal sólo se impondrá solamente cuando se disuelva la gran ciudad.
Esta disolución es evidente para todos aquellos que tienen presente un desarrollo ulterior de nuestra cultura. Ya no vale la pena discutir esta cuestión.
Todos sabemos lo que significa el color; sólo constituye una pequeña parte del espectro. Pero queremos apropiárnosla. El infrarrojo y el ultravioleta no pueden ser percibidos por nuestros ojos –pero el ultravioleta puede ser percibido por los órganos sensitivos de las hormigas.
Aún cuando por el momento no podemos suponer que nuestros órganos de los sentidos evolucionarán de la noche a la mañana, tenemos derecho, sin embargo, a suponer que para empezar podemos conseguir aquello que está a nuestro alcance –precisamente por la parte del espectro que podemos percibir con nuestros ojos, la maravilla de los colores que estamos en condiciones de percibir.
Para ello, lo único que puede ayudarnos es la arquitectura de cristal, que debe transformar toda nuestra vida y el medio en que vivimos.
Por tanto, podemos esperar que la arquitectura de cristal «transforme» de hecho la superficie de nuestro planeta.
Bibliografía
Ulrich Conrads, Programas y manifiestos de la arquitectura del siglo XX
Ulrich Conrads, Programas y manifiestos de la arquitectura del siglo XX